El jardín de los cerezos
Presentación
Antón Chejov se despidió de la vida y de la escena dejando una obra maestra del teatro contemporáneo “El jardín de los Cerezos”.
¿Qué motivaciones se esconden tras el comportamiento de sus personajes? Lo que más le tortura es la frustración, la ambigüedad y la contradicción de la vida. Chejov fue un observador exquisitamente humorista y compasivo. Dijo el autor “El artista no debe ser un juez de sus personajes o de lo que dice, sino un observador imparcial”, “Para los químicos no hay nada sucio en este mundo. Un escritor debe ser tan objetivo como un químico y renunciar a la habitual subjetividad, comprendiendo que el mal es inherente a la vida como el bien”.
En Chejov no se dan buenos ni malos, Chejov no tiene ni mensaje ni lección; en cada escena late la vida como si la estuviéramos observando bajo el microscopio. La tragedia no se opone la comedia, sino que son las dos hermanas gemelas. Es más fácil lamentarse que encarar la vida, la sonrisa a través de las lágrimas en un mundo subjetivamente doloroso pero objetivamente absurdo, el equilibrio frágil de la tragicomedia. La farsa evita la compasión para los seres humanos, la tragedia la exige. Chejov mantiene esta tensión entre las dos trazando a sus personajes con un pincel muy fino.
Traduje esta obra en el año 1.986 para el Teatro Nacional María Guerrero. “El Jardín de los Cerezos” se estrenó bajo la dirección de William Layton y José Carlos Plaza. Desde entonces han pasado 23 años, “El Jardín de los Cerezos” sigue siendo una incógnita, un campo sembrado de unas cosechas cada vez más sorprendentes. Sin duda, esta obra es un reto para cualquier director en cualquier país. El público necesita ver descubrimientos, nuevas lecturas de esta obra tan aparentemente hermética. Novedades gotean escasamente y provocan casi necesidad de indagar en este magnum de la ambigüedad, vulnerabilidad, sentimientos apasionados. La sensualidad y fría observación de un diagnóstico que se podría llamar como “obsesión amorosa” crean un clima que mantiene una presión permanente, aparentemente no manifestada.
En las puestas de la escena de “El jardín de los Cerezos” que yo he visto, que me parece que son doce, siempre se alabó la idea de saber perder con dignidad. Saber perder…
En nuestra propuesta nos llama la atención justamente lo contrario: lo que los personajes no están dispuestos a perder: sus sentimientos, necesidad de amar y ser amados.
Como médico Chejov utiliza todos sus conocimientos para demostrar como los personajes constantemente crean y descrean sus ensoñaciones, como frente a algo desconocido se encierran a cal y canto en sus propias celdas, las células del recuerdo.
En este complejo enjambre tras la apariencia de la inercia y la pasividad se bombea un solo corazón que necesita amor.
Chejov como gran observador, psicólogo, médico, nos muestra casi todas las facetas del amor, desde egocentrismo, victimismo, voluntarismo, ocultismo, desde la entrega, el silencio, la burla y la crueldad, desde el vuelo del alma y el optimismo ensoñador. Algunos personajes conscientemente y otros inconscientemente buscan encontrar la salida a esta guerra interior, pero todos salen vencidos, sin embargo, en este no querer perder la palpitación más nueva de su corazón, se verá la dimensión de todos sus personajes, se descubren sus “enormes posibilidades”.
Género y duración
Drama. 3h
Ficha Artística
Irina Kouberskaya (Liubov Andréevna)
Mª Ángeles Pérez-Muñoz (Ania)
Catarina de Azcárate (Varia)
Fernando Sotuela (Gaiev Leonid Andréevich)
David García / Antorrín Heredia (Lopajín Ermolai Alekseevich)
Miguel Pérez-Muñoz / David García (Trofimov)
Miguel Ángel Mendo (Simeon Pischik)
Chelo Vivares (Charlotta Ivanovna)
José Luis Sanz (Firs)
Álvaro Caso / Miguel Pérez-Muñoz (Iasha)
Badia Albayati / Matilde Juárez (Duniasha)
Iván Oriola (Epijodov)
Ángel Casas (Jefe de estación)
Ficha Técnica
Dirección y puesta en escena Irina Kouberskaya
Dirección musical Vladimir Bichkovsky e Irina Kouberskaya
Diseño de iluminación Eduardo Pérez de Carrera
Escenografía Nicolay Slavadianik
Coreografía Sergei Gritsay
Vestuario y figurines Hugo Pérez de la Pica
Premios
Festival Internacional Chéjov de Yalta 2011 (Ucrania)
Premio Mejor Dirección – Irina Kouberskaya
Premio Mejor Interpretación – Irina Kouberskaya
Premio Mejor Compañía Teatral – Compañía Tribueñe
Se ha dicho de este espectáculo
“[...] Sobre todo, la dirección sobresaliente de Irina Kouberskaya que, además, da una lección al interpretar a Andréevna, un personaje lleno de veladuras y matices. Trece actrices y actores se mueven certeros por el escenario y, destacadamente, Katarina de Azcárate y José Luis Sanz, si bien sería injusto no subrayar el excelente trabajo de todos.”
“Un jardín fascinante e insólito [...] un efluvio desconocido e imprevisto que saca a flote otro Chejov, menos melancólico de lo que el tópico suele presentar. El Chejov que propone Irina Kouberskaya tiene algunas particularidades se sustentan en una lectura profunda y personalísima de El jardín de los cerezos y en todo el universo chejoviano. [...] papeles nimios iluminan muchas interrogantes chejovianas."
“[...] La lectura propuesta es inédita y funciona como un reloj: Un reloj en busca del tiempo perdido, un tiempo que el espectador no desperdicia ni un segundo a lo largo de las tres horas de función. Tal vez el elixir del secreto se encuentre en los remedios del médico Chejov... Lo más probable es que nazca del esfuerzo grupal y compromiso en el trabajo de los trece actores, todos dignos de elogios. La dinámica escénica es impecable [...] Irina Kouberskaya apuesta por una estética de la decadencia, esbozando la finura y complejidad de los protagonistas chejovianos: un círculo de romance abierto a la risa [...]”
Un precioso cuadro de seres humanos. [...]Un cuadro con cientos de lecturas que dependerán de quién sea el observador, pero que me han hecho disfrutar de ver teatro de verdad. Un teatro sin pretensiones de grandes carteleras, hecho con el amor y la entrega de gentes que adoran de verdad este arte.
Poético y sutilmente trágico, el monumental texto de Chejov encuentra en este montaje un espejo de intenciones. Kouberskaya refleja en los tempos y tristezas, en las alegarías y decepciones de sus actores, cada gesto en su lugar, aquello que movió a Chejov. Juagando con un paisaje de remos que ora son muebles, ora árboles, y una vía de tren, la decadencia de un modo de un modo de vida se hace palpable ante el público de esta delicada sala, que apuesta por un gran montaje. Sería un error etiquetarlo de alternativo, y un reparto de trece actores hace que al adjetivo pequeño sólo sea aplicable al aforo: por lo demás éste es un gran montaje.